Luciano Roisín, el primer fotógrafo de Cerdanyola

A continuación reproduzco, traducido al castellano, un artículo publicado por El Diari de Cerdanyola, num. 12 (Marzo/Abril 2000). Publiqué este artículo en mi página de postales hace años, página que lamentablemente ha desaparecido de la red.

Luciano Roisin, el primer fotógrafo de Cerdanyola



Hidalgo / J.R. Urbano

Luciano Roisin va inmortalizar, a comienzos de siglo, una Cerdanyola que hace mucho que ha cambiado. Dos de nuestros colaboradores han investigado su historia.


Cualquier coleccionista de postales antiguas conoce perfectamente el nombre "L. Roisín". Corresponde al autor de una de las series más cotizadas de postales geográficas, editada durante las primeras décadas del siglo XX, y que incluye un buen número de fotografías de la ciudad de Cerdanyola bucólica y rural, muy buscadas por los coleccionistas locales. La pregunta que muchos coleccionistas se realizaban era: ¿quien había detrás de la marca "L. Roisín"? ¿Qué se hizo con su archivo fotográfico? Y, lo más importante... ¿es posible que haya, todavía, fotografías sin publicar?
Afortunadamente, en Barcelona todavía quedan algunas personas que conocieron al fotógrafo, y que trabajaron con él. Y aunque (por motivos que no vienen al caso) no quieren ver publicado su nombre, algunas de estas personas quisieron explicarnos sus recuerdos. Con su testimonio hemos podido reconstruir estas breves notas biográficas.


UN FOTÓGRAFO DE MONTMATRE
Cuando Luciano Roisín se desplazó a España, ahora hace más de 80 años, no podía ni imaginar que su nombre acabaría convirtiéndose en una referencia casi "mítica" para los aficionados a las "imágenes-sepia" no solamente de Cerdanyola, sino de todo el Estado Español.
Cuando vino a nuestro país, Luciano Roisín era un fotógrafo que ya tenía una larga experiencia profesional. Su carrera había empezado en Francia, su país de origen, como fotógrafo artístico. Durante unos años a principios de siglo fue titular de un estudio fotográfico en el barrio parisino de Montmatre. Entre sus amistades había figuras tan conocidas como los hermanos Lumiere. Aunque han pasado a la historia por haber inventado el Cine, los Lumiere ya eran, desde hacía años, muy conocidos gracias a sus destacadas aportaciones a la fotografía (su padre fue un famoso fabricante de equipos fotográficos). A los Lumiere precisamente Roisín compró su primera máquina fotográfica que, años después, trajo a Barcelona y que utilizó durante toda su vida (según afirman las personas que con él trabajaron). Se puede afirmar, pues, que las famosas postales de Cerdanyola se hicieron con una cámara fabricada por los inventores del Séptimo Arte.
Durante muchos años, la fotografía artística fue la actividad principal de Roisín. Su estudio no era un negocio para hacerse rico. Las puertas de la fortuna se abrieron para él el día que un buen amigo suyo, otro fotógrafo, parece ser de nacionalidad suiza, le sugirió cambiar de especialidad y dedicarse a las postales turísticas, que en aquel momento se estaban poniendo de moda. Y así lo hizo. Y con fortuna notable. En poco tiempo realizar postales geográficas se convirtió en un negocio más que rentable, al mismo tiempo que Roisín se convertía en uno de los "jefes" del negocio de la postal en Francia. En nuestro país un industrial llamado Toldrà, que gozaba de una posición económica excelente, empezaba a buscar actividades empresariales que le permitieran diversificar sus inversiones. Alguien le sugirió la posibilidad de editar una colección de postes geográficas, similares a las que se estaban realizando en otros países europeos, sugiriéndole el nombre de Roisín para hacerse cargo de la actividad. El industrial se puso en contacto con el fotógrafo, y no tardaron en cerrar el trato según el cual Roisín vendría a España, por un periodo de 3 años, contratado para crear una colección de postales que, posteriormente, serían comercializadas por Toldrà.

PRIMEROS AÑOS EN BARCELONA
Aunque no se conoce la fecha exacta en la que Roisín llegó a Barcelona, sí parece claro (porque así lo explica el propio Roisin...) que vino a los pocos meses después de acabarse la Primera Guerra Mundial. Sospechamos, pues, que sus primeras postales españolas son de los años 1917 o 1918. Por lo que comentan las persones que le conocieron, Roisín siempre dijo que el inicio de su etapa española seguramente le salvo la vida, porque durante los últimos meses de conflicto buena parte de su familia que seguía en Francia murió. Una de las consecuencias de esta tragedia familiar fue que dos de sus sobrinos vinieran con él a vivir a España. Con el tiempo uno de los dos, su sobrina, Luciana, se convertiría en una figura clave del negocio familiar.
Una vez finalizado el contrato con el empresario Toldrà, Roisín estuvo a punto de volver a Francia. Por un lado, no acababa de adaptarse al ritmo de vida español. Por otro, las relaciones con el empresario no fueron nunca fáciles, sobre todo por discrepancias salariales, y pensó que al finalizar el contrato lo mejor era volver a su país, con sus sobrinos.
Afortunadamente para la historia postal española, le convencieron para que se quedara. Sus tres primeros años en Cataluña le habían dotado de una reputación lo bastante sólida para que diversas personas e instituciones le hicieran llegar ofertas de trabajo si se quedaba, y gracias a estas ofertas pudo crear su propio negocio.
Se especializó en lo que mejor sabia hacer: postales geográficas. Durante los años posteriores viajó por toda la península, acompañado por su sobrino, haciendo fotografías de las principales poblaciones y ciudades. Mientras él se encargaba de fotografiar las ciudades, su sobrino inmortalizaba las poblaciones y paisajes cercanas.

LA CASA POSTAL
Mientras tanto su sobrina Luciana se hacia cargo de una tienda, que fue bautizada con el nombre de "La Casa de la postal". Situada en la Rambla de Santa Mónica de Barcelona, donde se comercializaban las miles fotografías que Roisin había realizado en sus viajes. Las mejores se editaban en forma de postales, con una acogida excelente en el mercado. En algunos momentos, en la tienda llegaron a trabajar 10 dependientas, para poder tirar adelante el negocio.
Con el tiempo el sobrino del fotógrafo decidió cambiar de profesión. Aunque su sobrina Luciana, se quedó haciendo cargo de la tienda, con la ayuda de su cuñada, mientras su tío seguía haciendo fotos. Durante la década de los años 30, "La Casa de la postal" puso en marcha algunas innovaciones, muchas de las cuales se utilizan hoy en día, entre las que destacan los famosos blocs de postales, en forma de acordeón que agrupaban diversas fotografías sobre un mismo tema. Pronto, la tienda tuvo como clientes editores que buscaban ilustraciones para sus libros. Cuando alguien buscaba una fotografía de algún lugar de España, lo más seguro era que en el Archivo Roisín acabara encontrando lo que le hacia falta. A principios de la década de los 40 el fotógrafo enfermó. Volvió a Francia donde falleció, en 1943.
El negocio, siguió adelante. Luciana Roisin -y su cuñada- siguieron explotando, durante dos décadas más, el inagotable archivo creado durante la mitad del siglo. Las postales siendo un buen negocio, que durante la década de los sesenta, con el "boom" turístico, fue a más.
A principios de año 1962, cometieron un grave error. Con el objetivo de rentabilizar al máximo el establecimiento, decidieron adjuntar "souvenirs" turísticos a su oferta. No tuvieron en consideración el hecho que el propietario del local (que tenían alquilado) hacia años que buscaba una excusa para recuperar la posesión del mismo. El cambio de uso dado al establecimiento, que no estaba considerado en el contrato, le proporcionó un motivo ideal para rescindir el contrato de alquiler. La "Casa de la Postal" pasaba, definitivamente, a la historia. En su lugar se abrió una tienda de "souvenirs" que hoy en día todavía funciona.
En aquel momento, en el almacén del establecimiento se guardaban unas 40.000 fotografías, con un valor histórico incalculable, que retrataban paisajes de toda la península que, en muchos casos, hacia tiempo que habían desaparecido.

MEDIO SIGLO DE TRABAJO A LA BASURA
Lucian Roisin intentó que alguna entidad pública se hiciera cargo del archivo fotográfico, pero no lo consigue. Cuando todavía lo estaba intentando, y sólo unos días antes de dejar el local se enteró que su cuñada, sin consultarle nada, había vendido toda la colección... a un trapero , por 11.000 ptas. de la época.
Cuando lo supo, Luciana comenzó a llamar a todas las puertas, buscando algún tipo de ayuda. La ayuda, finalmente, se la dio un catedrático universitario, cliente habitual de la tienda, le proporcionó el teléfono de una editorial de Barcelona, diciéndole que ellos estarían interesados en adquirir el archivo.
Dicho y hecho. El propietario de la editorial (era la editorial Labor) le dio un cheque por valor de 25.000 ptas., para que fuera a recuperar el material. El trapero se avino al trato, y las fotografías, postales y negativos (en total, 16 sacos de material fotográfico) se cargaron en un camión enviado por el editor.


EL DESTINO FINAL DEL ARCHIVO ROISÍN
Aunque, en un primer momento, la editorial Labor se comprometió a utilizar todas aquellas fotos para publicar una colección de libro, esta promesa, nunca se llegó a concretar. La sobrina del fotógrafo, por su lado, se instaló en Lloret de Mar (Gerona), donde montó otra tienda, con resultados excelentes. Las pocas veces que llamaba a los editores para preguntar por las fotografías se daba cuenta que los propietarios de la editorial Labor hacían todo lo posible para no tener que hablar con ella y que tampoco tenían ninguna intención de devolverle el archivo. Finalmente, aunque, habitualmente, veía como importantes medios de comunicación reproducían sus fotografías, fácilmente identificables porque, en muchas ocasiones, lo que se utiliza para realizar las reproducciones eran las postales, con la marca L. Roisín perfectamente identificable. La editorial Labor ya no existe. Afortunadamente, a diferencia de lo que ha ocurrido en nuestro país con otros archivos fotográficos de principios de siglo la colección Roisín no se ha perdido. Antes de acabar, los responsables de Labor depositaron el material en el Instituto Fotográfico de Cataluña (una institución dependiente de la Diputación de Barcelona) para que esta procediese a su catalogación y explotación comercial. Una pequeña parte del fondo está en manos del Archivo Nacional de Cataluña, en Sant Cugat.
En estos momentos, los técnicos de estos dos organismos están identificando y catalogando los casi 40.000 documentos que tienen en su poder. Es un trabajo muy difícil, que métodos se deben utilizar para identificar paisajes de hace 80 años, recogidos de toda la península, y de Ceuta y Melilla, que en muchos casos no llevan ningún tipo de identificación...
A continuación os dejo el álbum de Picasa en el que están mis postales de Roisín:

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